jueves, 23 de junio de 2011

EL DIOS TRISTE


 Mirando la alameda de otoño lacerada,
la alameda profunda de vejez amarilla,
como cuando camino por la hierba segada
busco el rostro de Dios y palpo su mejilla.


    Y en esta tarde lenta como una hebra de llanto
por la alameda de oro y de rojez yo siento
un Dios de otoño, un Dios sin ardor y sin canto
¡y lo conozco triste, lleno de desaliento!


    Y pienso que tal vez Aquel tremendo y fuerte
Señor, al que cantara de locura embriagada,
no existe, y que mi Padre que las mañanas vierte
tiene la mano laxa, la mejilla cansada.


    Se oye en su corazón un rumor de alameda
de otoño: el desgajarse de la suma tristeza.
Su mirada hacia mí como lágrima rueda
y esa mirada mustia me inclina la cabeza.


    Y ensayo otra plegaria para este Dios doliente,
plegaria que del polvo del mundo no ha subido:
"Padre, nada te pido, pues te miro a la frente
y eres inmenso, ¡inmenso!, pero te hallas herido".


GABRIELA MISTRAL.
DESOLACIÓN.


viernes, 3 de junio de 2011

Espero que sueñes con ese alguien especial.
Sueña lo que quieras soñar. Ve a donde quieras ir.
Se lo que quieras ser, porque tan solo tienes una vida y una oportunidad para hacer todo lo que quieras hacer.

Espero que tengas: Suficiente felicidad para hacerte dulce.
Suficientes pruebas para hacerte fuerte.
Suficiente dolor para mantenerte humano.
Suficiente esperanza para ser feliz.